martes, 24 de abril de 2012

Misas Gregorianas




Las treinta misas gregorianas por los difuntosDesde el s VII hasta el presente se universalizó en la Iglesia Católica de Occidente la piadosa costumbre de hacer celebrar treinta Misas seguidas por algún difunto, a fin de alcanzar de Dios el eterno descanso de su alma, librarla de las tremendas penas del Purgatorio y ella goce pronto a la felicidad eterna del Paraíso. Es lo que comúnmente se ha llamado durante siglos: hacer celebrar Misas Gregorianas o celebrar una Misa Gregoriana. Lo cual no significa, como algunos creen, que la Misa se tenga que cantar en gregoriano. Ni tampoco celebrar treinta Misas seguidas por cualquier intención fuera de rezar por un difunto. La Misa se llama Gregoriana porque, (como veremos) tiene su origen en una revelación que tuvo el Papa S Gregorio Magno. Y la intención de cada una de estas Misas es por un solo difunto, porque así fue el origen. No es un dogma de fe, ni un precepto de la Iglesia que se tengan que rezar 30 Misas Gregorianas para que un difunto vaya al Cielo, sino una costumbre piadosa fundada en un Dogma de fe de la Santa Iglesia que afirma la existencia del Purgatorio y la necesidad que tienen las almas de que oremos por ellas ofreciendo la Santa Misa, sacrificios y oraciones por su eterno descanso.Por otra parte, muchas veces olvidamos que orar por nuestros familiares difuntos es una obligación grave de caridad . Cuando estemos ante Dios después de muertos se nos examinará en las obras de amor y misericordia y el Señor nos hará entrar en el Paraíso si lo hemos socorrido a Él presente en el pobre, el hambriento, el sediento, el desnudo, el enfermo, el forastero[1]. Y se es pobre no sólo materialmente, sino sobre todo espiritualmente. Y las almas del Purgatorio son pobres espirituales a quienes damos de comer, beber, vestimos, visitamos y sanamos de su enfermedad cuando las socorremos con nuestra oración y sacrificios, y en primer lugar con la Oración y Sacrificio de la Santa Misa. Luego no orar por el descanso eterno de nuestros difuntos es un pecado grave contra la caridad que tendremos que purificar en la vida eterna durante siglos y con acerbos dolores.La tradición tan hermosa de las Misas Gregorianas se está perdiendo en la actualidad y ya ni los mismos sacerdotes y religiosos la conocen ni hablan de ella a los fieles, como tampoco creen ni hablan del Dogma Purgatorio y de las almas que allí están. A la apostasía de la fe de este siglo que se nos ha metido bastante en algunos miembros de la Iglesia, hay que unir la tremenda falta de formación religiosa doctrinal y espiritual en el clero secular y regular y la consecuente ignorancia en cuestiones de fe en los fieles, receptores pasivos de esta carencia de sus pastores. Ello ha producido la pérdida del sentido religioso de la vida cristiana a favor de un secularismo vacío y horizontalista.Porque hoy la tendencia errónea de los curas y religiosos es preocuparse del cuerpo y no del alma de los fieles; de la vida en el mundo y no la salvación eterna del alma; edificar una sociedad terrena y no la Ciudad del Cielo; anunciar las realidades sociales, económicas y políticas y no anunciar el Reino de los Cielos como lo hizo Jesús y quiere que ellos lo hagan. El celo por la salvación de las almas ha sido reemplazado por el celo del estómago. El Cielo por la tierra. Por eso cuando se presenten para celebrar estas Misas les recomiendo que no pidan que se celebren las Misas Gregorianas, porque les van a responder cualquier barbaridad o se quedarán en la luna sin darles respuesta. Uds pidan directamente treinta Misas (una por día) por el eterno descanso de un difunto y dejan el nombre.El no orar por las almas del Purgatorio es también una consecuencia de la pérdida de fe en el Dogma del Purgatorio, proclamado solemnemente por la Iglesia. En el nº 1334 del Enchiridion Symbolórum de H Denzinger y P Hünermann (Ed Herder 1999), encontramos la siguiente afirmación solemne del Concilio de Florencia (XVII Ecuménico) del año 1445 cuando habla de los difuntos: Asimismo, si los verdaderos penitentes salieren de este mundo antes de haber satisfecho con frutos dignos de penitencia por lo cometido y omitido, sus almas son purgadas con penas purificatorias después de la muerte, y para ser aliviadas de esas penas, les aprovechan los sufragios de los fieles vivos, tales como el Sacrificio de la Misa, oraciones y limosnas, y otros oficios de piedad, que los fieles acostumbran a practicar para los otros fieles, según las instituciones de la Iglesia.Por su parte el Concilio de Trento el 3 y 4 de diciembre de 1563 realizó la siguiente declaración dogmática (nº 1820 de la edición antedicha): La Iglesia Católica, instruida por el Espíritu Santo, habiendo enseñado en los santos concilios y recentísimamente en este Sínodo Ecuménico, conforme a las Sagradas Escrituras y a la antigua tradición de los Padres, que exisite un PURGATORIO y que las almas retenidas allí son ayudadas por los sufragios de los fieles, en especial por el Sacrificio propiciatorio del Altar, el Santo Concilio manda a los obispos que la sana doctrina sobre el Purgatorio transmitida por los Santos Padres y sagrados Concilios, sea creída por los fieles cristianos, mantenida, enseñada y predicada en todas partes.Más recientemente el Vaticano II en el Cap VII de la Lumen Gentium contiene varias referencias al Purgatorio: allí hay fieles que se purifican (purificantur) (nº 49). En el nº 51 se insiste en la idea de la relación que tenemos con los hermanos que todavía se purifican después de la muerte, y se confirman los textos Concilares de Trento y Florencia antes citados.Espero que el presente relato de la visión de S Gregorio estimule a los sacerdotes, religiosos y fieles a ofrecer con frecuencia la Santa Misa por los fieles difuntos, y se renueve en la Iglesia la fe en este Misterio. Que nos estimule a todos a orar por las almas del Purgatorio, sobre todo las almas de los sacerdotes, religiosos y miembros de la jerarquía que son quienes están padeciendo allí terriblemente por tantos pecados de infidelidad a su vocación por preferir obedecer al mundo antes que a Cristo, el mundo antes que a la fe revelada en la Biblia y transmitida por el Papa, el Magisterio de la Santa Iglesia, la Tradición, el ejemplo, reglas y enseñanza de los Santos Fundadores de sus Órdenes y Congregaciones.

P Guillermo Ricardo J. Castillo OSBLA PERSONA DE S GREGORIO MAGNO MONJE BENEDICTINOPAPA y DOCTOR DE LA IGLESIADurante casi un milenio S Gregorio compartió con S Ambrosio, Jerónimo y Agustín el honor de ser uno de los cuatro Doctores de la Iglesia de Occidente. Y con San León es el único papa que lleva el título de Grande.Nace en 540, probablemente en Roma. En el 549 recibe una esmerada educación humanística, sobre todo en derecho y entró en la carrera administrativa.En 570-574 es elegido Prefecto de la urbe de Roma, es decir, alcalde o intendente.En 575 Gregorio invierte su patrimonio fundando seis monasterios benedictinos en Sicilia, y él mismo se hace monje benedictino en su casa paterna transformada ahora en el monasterio de San Andrés, ad Clivum Scauri bajo la conducción del abad Valencio.En el 578-590 es ordenado diácono, y nombrado Apocrisario ( legado papal ) en Constantinopla, capital del Imperio, por el Papa Pelagio II. Es acompañado por monjes de San Andrés, entre ellos Maximiano, llevando acá una vida cuasi monástica. En Bizancio, la cultura era latina predominaba. Justiniano había publicado en latín su Código y en latín hablaba la aristocracia con la que S Gregorio se codeaba. Su permanencia en Bizancio fue muy importante para su vida espiritual y la doctrina que plasmaría en sus obras, pues acá conoció al monacato oriental, se familiariza con los Padres Griegos y su interpretación alegórica de la Escritura. También en Bizancio se hizo amigo de S Leandro de Sevilla a quien dedicaría las Moralia in Iob fruto de sus conferencias con los monjes donde había participado S Leandro.En el 590 – 3 de setiembre - Es elegido Papa y en el 604 muere en Roma. Es un célebre escritor místico y pastoral, tanto que su doctrina marcó para siempre la espiritualidad de la Iglesia y a la Iglesia misma. Sus obras son:· Morales sobre Job (PL75-76).Comenzado en Constantinopla.· Regla Pastoral ( PL 77 ). 591.· Homilías sobre los Evangelios ( PL 76 ), 593.· Homilías sobre Ezequiel ( PL 76 ), 593.· Los Diálogos ( PL 77 ), 593.· Comentario a I Re: Corpus Christianorum SL 144.· Sacramentario y Antifonale Gregorianos.· Epistolario ( 848 cartas )

LA VISIÓN DEL PURGATORIO QUE TUVO S GREGORIO MAGNO ORIGEN DE LAS MISAS GREGORIANASS Gregorio escribió en el 593 cuatro libros sobre los santos de Italia. Utiliza el estilo dialogal con un tal Pedro, quien le va haciendo diversas preguntas sobre los variados personajes que Gregorio le va presentando. El Santo aprovecha su respuestas para realizar agudos comentarios bíblicos, místicos y teológicos adaptados a un nivel sencillo y pastoral. El Libro II de los Diálogos es el más famoso porque está dedicado a la Vida de San Benito de Nursia. Y el Libro IV de los Diálogos trata el tema de las realidades supraterrenas: muerte, juicio, Purgatorio, Infierno, y Paraíso celestial. El Capítulo 55 narra la famosa visión de que venimos hablando. Esta es la traducción de la Patrología Latina de Migne 77 columnas 420 – 421.L V . L o q u e p u e d e a y u d a r a l i b e r a r a l a s a l m a s d e s p u é s d e l a m u e r t e:e l a l m a d e l m o n j e J u s t o .8. Pienso que tampoco debo callar lo que, según me acuerdo, sucedió en mi monasterio hace tres años.Un monje, de nombre Justo, que había estudiado medicina, solía atenderme con diligencia y velarme en mis constantes enfermedades, cuando yo vivía en el monasterio.Cayó enfermo y llegó a su fin. Durante su enfermedad lo atendía su propio hermano, de nombre Copioso, que aún actualmente, aquí en la ciudad de Roma, se gana la vida ejerciendo el arte de la medicina.9. Justo, dándose cuenta de que llegaba a su fin, confió a su hermano Copioso que tenía escondidas tres monedas de oro. Lo cual, evidentemente, no podía quedar oculto a los hermanos. Averiguando minuciosamente y revisando todos sus medicamentos, encontraron las tres monedas de oro escondidas entre sus remedios.10. El hecho me fue comunicado en seguida, y no pude tolerar con moderación un mal tan grave en un hermano, que había vivido en comunidad con nosotros. Porque la Regla de nuestro monasterio fue siempre que todos los hermanos vivieran comunitariamente a tal punto, que nadie tuviera el derecho de poseer algo en propiedad.Entonces, invadido por una gran tristeza, me puse a pensar qué medidas debía tomar que sirvieran de expiación al moribundo y de ejemplo a los hermanos.11. Hice llamar a Precioso, el Prior del monasterio, y le dije: "¡Ve! ¡Que ninguno de los hermanos se acerque al moribundo, ni éste reciba de ninguno de ellos palabra alguna de consuelo! Y cuando al llegar el momento de la muerte reclame la presencia de los hermanos, que su hermano Copioso le diga que, por las monedas que guardaba a escondidas, es abominado de sus hermanos. Así al menos frente a la muerte, la amargura causada por su culpa traspasará su alma y será purificado del pecado que ha cometido. Y cuando haya muerto, que no lo entierren con los hermanos, sino hagan una fosa en cualquier parte del estercolero, arrójenlo allí, tiren sobre él las tres monedas de oro que ha dejado, y clamen todos juntos: «¡Quédese contigo tu dinero para tu perdición!». Luego, cúbranlo con tierra".12. De este modo, ambas medidas resultarían provechosas: una para el moribundo y la otra para los hermanos vivos; a aquél la amargura de la muerte lo haría arrepentirse de su culpa, y la condena tan severa de la avaricia impediría a éstos ser arrastrados al pecado.13. Así se hizo. Cuando este monje llegó al borde de la muerte y ansiosamente trató de encomendarse a los hermanos y ninguno de ellos se dignó acercársele y hablarle, su hermano Copioso le explicó por qué había sido abominado de todos. De inmediato deploró profundamente su falta, y con esta tristeza dejó esta vida. Fue sepultado como yo lo había indicado. Todos los hermanos, consternados por esta sentencia, empezaron a entregar en público, uno tras otro, pequeños objetos que la Regla siempre les había permitido tener. Temían extremadamente poseer algo que pudiera ser causa de reprensión.14. Treinta días después de su muerte, compadecido del hermano difunto y considerando con profundo dolor sus suplicios, empecé a buscar un remedio que lo librara de ellos. Entonces llamé otra vez a Precioso, el prior de nuestro monasterio, y le dije con tristeza: "Ya hace tiempo que aquel hermano que falleció, es atormentado por el fuego. Le debemos un servicio de caridad y ayudarlo en lo posible a que se salve. Ve, entonces, y haz que, a partir de hoy durante treinta días seguidos, se ofrezca por él el Sacrificio. Que no pase ningún día sin que se inmole la hostia salvífica para que sea absuelto”. Precioso se retiró en seguida y obedeció.

15. Nosotros, mientras tanto, nos ocupamos de otros asuntos, sin contar los días que pasaron. Una noche, el hermano que había fallecido, se apareció a su hermano Copioso en una visión. Al verlo, éste le preguntó: "¿Qué pasa, hermano? ¿Cómo estás?". Y él le respondió: "Hasta este momento estuve mal, pero ahora ya estoy bien, porque hoy recibí la Comunión".16. Copioso fue en seguida a informar a los hermanos del monasterio. Los hermanos contaron cuidadosa-mente los días, y ese era el día en que por trigésima vez se había realizado la oblación (la Santa Misa) por Justo. Copioso no sabía lo que los hermanos habían hecho por el difunto y los hermanos ignoraban lo que Copioso había visto respecto de él.Misa de S Gregorio Magno (Jerónimo Jacinto de Espinosa s XVII)En un mismo e idéntico instante, Copioso se enteró de lo que habían hecho los hermanos, y ellos se enteraron de lo que él había visto, y así, ante la coincidencia de la visión y del Sacrificio, se hizo patente que el hermano difunto se había liberado del suplicio gracias a la Hostia salvífica.17. PEDRO: ¡Es del todo admirable lo que estoy oyendo, y me alegro de todo corazón!

[1] Mt 25, 34-38: Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me dísteis de comer, tuve sed y me dísteis de beber; era forasterio y me acogísteis; estaba desnudo y me vestísteis; enfermo y me visitásteis; en la cárcel y vinísteis a verme. Entonces los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y de dimos de comer; o sediento y de dimos de beber?: ¿Cuándo te vimos forastero y te acogimos, desnudo y te vestimos?. ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”. Y el Rey les responderá: “En verdad os digo que cuanto hicísteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicísteis?.

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